Rúbrica
Austericidio y corrupción criminal en salud
Por Aurelio Contreras Moreno
Lo que está pasando dentro de los Servicios de Salud de Veracruz es realmente
para ponerle atención, por las enormes implicaciones que puede tener al poner en
grave riesgo la vida de los usuarios.
Apenas hace unos días nos enteramos que un elevador se desplomó en la Torre
Pediátrica de la ciudad de Veracruz, causando severas lesiones en tres
enfermeras. Hecho que intentó ser ocultado por el secretario de Salud Gerardo
Díaz de manera descarada e irresponsable, hasta que las propias afectadas lo
exhibieron como un mentiroso.
Este lunes, otra enfermera, Soledad Pimentel Zilch, denunció que en el Hospital
General de Perote se les ordenó reutilizar jeringas y otros materiales desechables,
mismos que se pretendía que “sanitizaran” con sal para usarlos con más de un
paciente, con los enormes riesgos de contaminación y transmisión de virus y
bacterias que eso conlleva.
¿Qué es lo que está pasando? Pues es evidente: no hay recursos suficientes ya
no solo para adquirir medicamentos, sino ni siquiera para los insumos básicos
para la atención de los pacientes. Mucho menos aún para darle mantenimiento a
la infraestructura de las instalaciones hospitalarias.
¿Y el sistema de salud como el de Dinamarca? Solo existe en los febriles delirios
del cada vez más descolocado y autoritario presidente Andrés Manuel López
Obrador, que cierra los ojos ante el brutal desastre de su gobierno en materia de
salud, aunque no lo desconoce: la prueba más palpable de ese fracaso es la
desaparición del Insabi, institución creada en este sexenio en lugar del Seguro
Popular y que siempre estuvo condenada a ser un fiasco. Mismo camino que
puede recorrer su sustituto, el IMSS-Bienestar.
Aunado a ello, el manejo de los Servicios de Salud en Veracruz es un completo
desastre y un hoyo negro de corrupción. No hay que olvidar que solamente ahí se
otorgaron contratos por más de 100 millones de pesos a la proveedora fantasma
“Araly Rodríguez”, cuyos servicios nunca nadie ha probado que se hayan llevado a
cabo realmente. Pura “lengua”, como ya es “normal” que suceda en la
administración de Cuitláhuac García.
Es la misma Secretaría de Salud a la que miserablemente se le caducaron
medicamentos y vacunas por especular políticamente con éstos, sin que nadie
haya sido llamado a cuentas por ese atentado contra los veracruzanos. Es
también la misma dependencia a la que el año pasado le “hackearon” toda su red
de cómputo y sus archivos digitales, y que quién sabe cuánto tuvo que pagar para
recuperarlos.
Asimismo, es donde se ha ejercido el terrorismo laboral más deleznable: por
protestar por abusos laborales, varios trabajadores han sido echados de la
Secretaría de Salud estatal; a dos de ellas, las acusaron de “sedición” y las
encarcelaron. Por denunciar que las autoridades hospitalarias ponían en riesgo a
los pacientes en Perote, Soledad Pimentel también perdió su empleo. Habría que
preguntar por las enfermeras de la Torre Pediátrica.
Todo esto, con la total complacencia del indolente gobernador Cuitláhuac García,
cuyo sexenio entra a su fase final en medio de la zozobra política y financiera,
sostenido únicamente por el apoyo presidencial, que no es gratis.
Los Servicios de Salud son el área del gobierno de Veracruz que más dinero
maneja, junto con la Secretaría de Educación, ya que ambas reciben
multimillonarias transferencias presupuestales federales. Y sin embargo, no hay
dinero ni para lo más básico, al grado que en varios nosocomios se han
suspendido servicios médicos fundamentales, en perjuicio de los
derechohabientes.
¿Sí se imagina a dónde va a dar ese dinero?
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